Practicar ajedrez mejora las notas en matemáticas y lectura. El campeón español sub 18 era revoltoso y rebelde en clase hasta que se enganchó al tablero.
El profesor Antonio Jiménez, en una de las clases de ajedrez

El profesor Antonio Jiménez ya tiene preparadas las preguntas del examen al que se enfrentarán sus alumnos de quinto y sexto de Primaria del colegio Mirabal, en Boadilla del Monte (Madrid), este trimestre: ¿Qué es un gambito? ¿Y una celada? ¿Qué son los peones doblados? ¿Dónde está más seguro el rey? ¿Cuántos puntos vale la dama? Y así hasta cincuenta preguntas que los chavales responderán de carrerilla. No hace falta estudiar mucho cuando uno se quita el pijama por la mañana pensando en alfiles y torres, en escaques y enroques, y en el horario escolar están marcadas en rojo las clases de ajedrez, después del recreo, entre lengua y mates. Las más divertidas de toda la semana.

En España hay más de mil centros en los que se puede cursar ajedrez como optativa o actividad extraescolar, pero el Mirabal es uno de los 300 colegios en los que ya es una asignatura obligatoria, con controles periódicos y notas a final de curso. La mayoría son centros privados y están en Cataluña y Baleares. Precisamente, la proposición no de ley aprobada este mes en el Congreso por inusual unanimidad de todos los grupos políticos de la Comisión de Educación, reclama al Gobierno que convierta este deporte en materia obligatoria en todos los colegios. Su aplicación dependerá luego de las comunidades autónomas y los centros escolares. Para el mundo del tablero, un logro a la altura del que se anotó EE. UU cuando Bobby Fischer derrotó al soviético Spassky en plena Guerra Fría.

Fue el Parlamento Europeo el que recomendó ya en 2012 introducir el ajedrez en el sistema educativo de todos los países, atendiendo, como ha hecho el Congreso de los Diputados, a la pila de investigaciones que certifican los beneficios de este juego. Una de las más reveladoras se desarrolló en Trier (Alemania). Una clase de Primaria sustituyó una hora de matemáticas por ajedrez, mientras otra clase mantenía las tres horas semanales de mates, sin tocar el tablero. Durante cuatro años consecutivos, la nota media en matemáticas de la primera clase fue mejor que la segunda. Otro estudio de las universidades de Gerona y Lárida comprobó significativas mejoras en lectura. Las dos materias en las que más fallan los alumnos españoles. El rendimiento escolar aumenta un 17% cuando el pupitre se convierte en tablero.

Un experimento desarrollado en Nueva York hace más de 20 años o el último informe de la Kasparov Chess Foundation también demuestran el potencial de este deporte para estimular "unas 25 cualidades", resume el periodista Leontxo García, autor del libro ‘Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas’ (Crítica). Mover las piezas implica análisis, cálculo, evaluación y selección, además de capacidad de decisión. También estimula la memoria, la concentración, la creatividad y el razonamiento, entre otros muchos procesos mentales.

Lo confirma el actual número 1 español y 41 del mundo, Paco Vallejo: "El ajedrez me ha ayudado en muchas cosas. Yo, por ejemplo, nunca he tenido problemas para concentrarme, aunque yo tampoco me considero un ‘cerebrito’". No solo eso. Un estudio de la Universidad de La Laguna (Tenerife) asegura que los alumnos que practican ajedrez tienen más habilidades socioafectivas que los que juegan al fútbol o al baloncesto. Buscar el jaque mate "moldea la capacidad de afrontar y resolver problemas e influye en el desarrollo sociopersonal de los niños que lo practican", revela Ramón Aciego, uno de los autores del trabajo.

¿Deporte de riesgo?

Y además, "si juegas bien, no te puede ganar ni el número 1 del mundo", anima el gran maestro Miguel Illescas, campeón de España absoluto en ocho ocasiones. Sin embargo, Illescas no cree que en unos años los niños dejen de cambiar cromos de Messi y Casillas y sueñen con ser Kasparov o Magnus Carlsen, el noruego de 24 años con cara de crío que acaba de revalidar su título de campeón del mundo frente al indio ‘Vishy’ Anand, y que se ha convertido en un ídolo de masas en su país. Sus partidas se retransmiten por televisión y se siguen con la pasión de un Madrid-Barça. "Esta es una gran iniciativa para enseñar a pensar, para el desarrollo intelectual y personal de los alumnos. Pero debemos separarlo de la competición deportiva y de la ambición", observa Miguel Illescas, que enseña a jugar a cientos de niños de Barcelona gracias a su escuela, EDAMI. A su hija Diana, de seis años, no le hace mucha gracia el tablero. En casa del herrero, cuchillo de palo. No quería que su hija se dedicara profesionalmente al ajedrez. Una ciencia que le llevó al olimpo por los años 90. "Es una actividad de riesgo", sentencia. "Miles de niños quieren llegar a lo más alto y solo unos pocos llegan a ser ‘top’. A ese nivel, esto exige mucho desgaste del sistema nervioso, del sistema cardiovascular...".

No van por ese camino en el colegio Laude El Altillo, en Jerez de la Frontera (Cádiz). "Aquí, los niños aprenden desde los dos añitos, disfrazándose de alfiles y torres si hace falta, pero atendiendo a los beneficios del ajedrez como asignatura transversal", observa Daniel Escobar, director escolar de la Federación Española y profesor del centro gaditano. Es decir, como una materia que refuerza todas las demás. El primer año que el ajedrez entró en este centro para unos pocos alumnos, "los padres protestaron y pidieron que se extendiera al resto. Ahora se imparte a más de 800, desde Infantil hasta Secundaria". Los niños, felices de echar unas partidas. Padres y profesores, encantados con los resultados. El maestro Escobar, a sus 39 años, lleva más de 20 enseñando a jugar y ha visto casi de todo tras los pupitres: "Recuerdo perfectamente el caso de José Miguel Fernández", actual campeón de España sub-18 y uno de los mayores talentos. "Era revoltoso, rebelde. No se callaba. El típico gamberrete. En el colegio le amenazaron con la expulsión, pero empezó a centrarse con el ajedrez y eso le cambió el chip. Tuvo un progreso espectacular, mejoró su actitud y comenzó a aprobar las asignaturas que antes suspendía". Estudia la carrera de Administración y Dirección de Empresas y pone contra las cuerdas, sin esfuerzo, a figuras de la talla de Korneiev.

Daniel Escobar (que además es entrenador de Fernández) no pone notas a sus chicos del colegio. Ni suspende ni aprueba, porque "el ajedrez es como una herramienta en sí". Y eso que este profesor ha elaborado un temario que se rifan en colegios de media España "y que también sirve como guía para docentes". Con la iniciativa del Congreso, la demanda de profesores de ajedrez se incrementará. Escobar no solo da clases a alumnos; también enseña a los futuros maestros. "Hay muchos interesados en formarse", confirma. De ellos dependerá que la experiencia llegue a buen puerto para que las futuras generaciones aprovechen el potencial del ajedrez en las aulas. ¿Esto traerá niños más inteligentes? Lo tiene claro: "Sí. Y con más pensamiento crítico, que se echa de menos".

El Heraldo de Soria, 3 de març de 2015